lunes, 22 de agosto de 2016

'Sampaolizado'

Sevillafc.es 

'Sampaolizado', estado actual del sevillismo: Dícese de la predisposición del sevillista a reír, llorar, saltar, sobrecogerse, enorgullecerse y/o lamentarse en el breve periodo de tiempo de 90 minutos. Afrontar cada partido -tensiómetro en mano- con la incertidumbre del que ha perdido el control, pero ha recuperado las riendas de su vida. Ir al Ramón Sánchez Pizjuán esta temporada se ha convertido en un ejercicio solo apto para corazones fuertes. Y sanos. Sobre todo, sanos. Bendita locura. Bendito fútbol total. Arte y salero en estado puro. "No escucho y sigo", reza uno de los tatuajes que Jorge Sampaoli luce. Y así se presentó el pasado sábado en Nervión. Con su idea -dos Supercopas perdidas después- más reforzada aún. Porque Sampaoli nunca dará su brazo a torcer. Morirá fiel a su idea. Guste o no. 

Y es que, ¿a quién le importa que sea lunes? Desde el sábado el sevillismo vive inmerso en una montaña rusa emocional, deseoso de que llegue el domingo cuanto antes. Quiere fútbol ya. Quiere volver a alterarse. A disfrutar. A sufrir. Quiere arriesgarse a sabiendas de que perderá años de vida en cada contragolpe del rival. ¿Y qué? Gran parte del sevillismo ha caído ya en las redes de una filosofía que llegará a enamorar al más pragmático del lugar. Emery tuvo el poder de conquistar a la gran mayoría de los sevillistas a golpe de títulos, uno detrás de otro, hasta tres Europa League consecutivas, pero Sampaoli está en el camino de conseguir algo al alcance de muy pocos: enamorar por las formas sin prometer trofeos de antemano. Es muy pronto todavía para afirmar con rotundidad algo así, pero el plan, pese a los muchos detractores que han salido a la palestra en las últimas fechas, está trazado desde antes de Trondheim y Barcelona, y nada ha cambiado ni cambiará a pesar de los resultados obtenidos. Tanto en las derrotas como en las victorias. 

Nunca tanta excitación provocó tanta paz interior. El sevillismo quedó exhausto de fútbol en su máxima expresión el pasado sábado contra el Espanyol. Después se puede ganar o perder -acostúmbrense a vivir en el alambre-, pero la idea es innegociable. Sampaoli entiende que esto trata de encandilar a una afición que paga con su sudor una entrada, y, paralelamente, escapa del rol de entrenador europeo al que le escuece ganar 6-4. Además, intenta mantenerse alejado de los focos cuando vence. "No se vive celebrando victorias, sino superando derrotas", es otro de los lemas que a tinta tiene grabados en su cuerpo. Más allá de su concepción táctica, extremadamente ofensiva, desequilibrada sobre el papel, el técnico argentino ha hecho ya lo más difícil: emocionar enormemente a un pueblo -como le gusta referirse a los suyos-. Y eso, en los tiempos que corren, es harto complicado. Tengan fe en él. O como quieran llamarlo. Quizá vuelvan a sentir cosas que pensaban que ya nunca sentirían.

Twitter: @cmsanchezt
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario