domingo, 9 de diciembre de 2018

Que no tengamos que perderla...

sevillafc.es

Ando últimamente con la reconfortante sensación de que a este Sevilla FC de Pablo Machín cuesta dios y ayuda tumbarlo. Que si el guion de Mestalla hubiese sido el opuesto -haber llegado al minuto noventa perdiendo por uno a cero-, también les hubiésemos empatado. En el peor de los casos. Pero ando también receloso, porque el exceso de confianza a veces puede llevar a lugares arrasados por la codicia; a rincones donde el olvido es capaz de engullir con extrema virulencia a los más apuestos caballeros. Tengo la convicción absoluta de que este Sevilla FC es ya un equipo con mayúsculas, en su sentido más amplio, desde el primero de los futbolistas hasta el último de los integrantes del cuerpo técnico, pero reconozco abiertamente que me aterra la idea de que nos arrebaten los jueves de primavera a las primeras de cambio. Sin estar preparados. 

Más cuando, si eso ocurre, será por demérito nuestro, por sestear sin escrúpulos lejos de Nervión bajo el manto de nuestra presunta superioridad en las recientes visitas al Viejo Continente. Así de sencillo; así de doloroso. Por suerte, nos queda un último intento para enmendar un error que sería mayúsculo. Cualquier pretexto, hasta el escaso número de guerreros en liza de los que disponemos, sería injustificable. Haber probado las mieles de las élites europeas nunca debería ser razón ni excusa para olvidarnos de lo nuestro. De nuestro gran amor. De la Europa League. Nos apartamos de ella durante un breve espacio de tiempo para dar rienda suelta a nuestra ambición, pero volver a ella, a por ella, nunca debería ser un paso atrás, sino la prolongación de una historia a la que le quedan muchas páginas por escribir. Y la del jueves debe tener final feliz. Sí o sí. Por ella. Por nosotros. 

Tengo pánico de ser apartados del camino de forma despiadada. Inesperada. Es tanto el deseo de llegar lejos con ella, que la incertidumbre se hace insoportable. Nunca debimos llegar a esta situación, pero ya nada se puede hacer. Sólo queda mirar hacia adelante y afrontar el partido del jueves como si del último trago se tratara. Se presenta ante ti, ante mí, ante nosotros, un nuevo llamamiento para demostrarle a Europa que las heridas de nuestro cuerpo están grabadas con el fuego del infierno. Que en el Sánchez-Pizjuán se anima aunque vayamos perdiendo. Porque por más que el Sevilla FC sea un equipo fiable y sólido, es en estas noches cuando se requiere de los Guardianes de Nervión. Porque sin ellos, Sevilla FC, no serías nada. Porque no hay equipo grande sin hinchada a la altura. Cerrad los puños y alentad a los de 'colorao' para que el frío ruso no nos congele el corazón. Que no tengamos que perderla para darle el valor que tiene...

Carlos Sánchez 
Twitter: @cmsanchezt

domingo, 14 de octubre de 2018

Lo nuestro

sevillafc.es

Toca defender lo nuestro. Lo que nos hemos ganado a pulso. Por derecho propio. Tras coquetear durante una semana con las nubes, y después de erguirnos de orgullo al mirar hacia abajo, estamos ante una oportunidad única de hacernos sentir en un escenario practicamente infranqueable. El líder de La Liga visitará el Camp Nou. No, no se preocupen. No han perdido la cabeza. Así es. Se trata de un hecho objetivo, y, por tanto, incuestionable. Suena bien, ¿verdad? Pues nada más lejos de la realidad. Nadie en su sano juicio cree a estas alturas que el Sevilla FC pueda o vaya a ganar la Liga, pero nunca dejemos que nos arrebaten lo nuestro. Nada es fruto de la casualidad. Si cuando el Sevilla cayó estrepitosamente contra el Getafe en el Sánchez-Pizjuán se decía que estábamos en el lugar que nos correspondía por juego y sensaciones, ¿por qué ahora no? 

La única posesión que importa en el fútbol -como en la vida- es la de la verdad. La realidad al final aplasta al que intenta desvirtuarla con ilusiones ópticas o globos sonda. El Sevilla FC es el líder de Primera División, con todos sus goles a favor y en contra computados. Ni uno más ni uno menos. Alejémonos de aquellos que viven constantemente buscando coartadas para tapar sus carencias y olvidémonos de los que nos quieren convertir en invisibles. Que son muchos. Sigamos nuestro camino y luchemos. Sí, por lo nuestro. Nadie nos ha regalado nada. Ganar cuatro partidos consecutivos en un campeonato tan igualado tiene un valor incalculable. El liderato puede ser temporal, quien sabe, pero nunca accidental o circunstancial, porque asumirlo sería restarle mérito a la excelente labor de la plantilla y cuerpo técnico y dar alas a los interesados. 

Sí, somos líderes. Díganlo con la boca grande, sin titubeos, aunque les recuerden a menudo que lo somos con la peor puntuación desde hace décadas o porque otros no están al nivel que se les presupone. ¿Y qué? ¿Es que acaso debemos pedir perdón por serlo en ese contexto? Miremos al frente y continuemos nuestro camino. Lo contrario sería contraproducente. Bien lo sabemos: molestamos. Pues molestemos. Salgamos al Camp Nou a plantar nuestra bandera, esa que enarbolamos un 14 de octubre. Hace muchos años que el sevillismo reclama competir en estos escenarios. Es el momento. Tenemos el deber de defender hasta el último segundo nuestra condición. Siempre con humildad, pero sin olvidar que este Sevilla FC campeón se ha hecho a sí mismo desde la osadía. No somos más que nadie, pero tampoco menos. Luchemos por lo nuestro. 

Carlos Sánchez
twitter: @cmsanchezt





miércoles, 19 de septiembre de 2018

¿Nos hacemos a la idea?

sevillafc.es

Sin paños calientes. Fue un desastre. Todo. El Sevilla FC se desnudó en cuanto llegó a Nervión un equipo que sabe a lo que juega. Y muy bien. El Getafe tiene un modelo. Un estilo de juego definido. Una idea. Y la ejecuta a la perfección. En este apunte reside la disimilitud. El factor diferencial. ¿Tiene una idea de juego el Sevilla FC? Sí. Ahí radica el cambio respecto a los proyectos inmediatamente anteriores. El problema es que virar al estilo futbolístico que promulga Pablo Machín requiere de tiempo. Y de mucha paciencia. ¿Hay futbolistas para ejecutarlo? Sí, porque esta plantilla está sobrada de futbolistas con experiencia y calidad a los que les debe resultar relativamente fácil asimilar conceptos nuevos. Quizá estemos ante una plantilla inconclusa, pero es aventurado pensar que sea débil o escasa para afrontar tres competiciones. Montella dijo una verdad meridiana: no se interioriza un sistema con defensa de tres de la noche a la mañana. 

A partir de esta premisa deberíamos partir. Pero esto es Sevilla. Y esto es el Sevilla FC del siglo XXI. La paciencia es un término desterrado en el olvido del sevillismo. En gran parte, dicho sea de paso, fruto del nivel de exigencia que se ha marcado el Club. Mérito del Sevilla FC. La cuestión es si tenemos idea y si nos hacemos a ella. De juego es evidente, pero aún está en fase de construcción. Hay muchas piezas por encajar, algunas de compleja adaptación en gran parte porque se trata de un sistema de juego con novedosas variantes, pero que, de lograr su excelencia, da frutos. Y maduros. El sistema de Machín, bien ejecutado, dotaría de mucha solidez al equipo. ¿Estamos dispuestos a esperar? El Sevilla FC empieza a ser reconocible. Sí. Salga bien o mal, como contra el Getafe, se vislumbran automatismos y elementos tácticos que, si bien dependerán de los fríos resultados, marcarán el camino. El duro y arduo trayecto a lo que está por llegar: una nueva participación en la UEFA Europa League.  

¿Tenemos idea de lo que eso significa? Regresamos al lugar donde somos temidos por todos. Donde nadie quiere cruzarse con el Sevilla FC. Donde hemos grabado nuestro nombre a fuego lento y para la posteridad. El Pentacampeón está de vuelta, y su regreso a la Fase de Grupos está envuelto en demasiadas dudas. Ensombrecido por un pesimismo exacerbado. Nadie triunfa sin tropezar en el camino. Nadie. Que se lo digan a Juande Ramos o a Unai Emery, quienes estuvieron a punto de ser apeados en la cuneta al comienzo de sus respectivas andaduras. El Sevilla FC necesita hacer autocrítica y alejarse de polémicas infructuosas que descentran, porque el VAR tapó las debilidades del equipo tras el Villamarín y lo sepultó contra el Getafe. Sería impensable esperar que todo fluya a la perfección cuando apenas llevamos un mes de competición. El proyecto de Pablo Machín está en ciernes. En fase de pruebas. Recuérdenlo: los objetivos no se conquistan en septiembre. Antes hay que implantar una idea... y desarrollarla. 


Carlos Sánchez 
twitter: @cmsanchezt

domingo, 22 de julio de 2018

El patrón Dragutinovic

sevilla.abc.es



Recuerdo aquel 31 de agosto de 2005 como si fuera ayer. Todas las emisoras de radio nacionales conjugaron sus esfuerzos en generar un microrrelato que tendría un final inminente por decreto. El mercado de fichajes echaba el cierre a medianoche. Y, a las 23:30, sin apenas tiempo de reacción, saltó la noticia que todo sevillista se resistía a escuchar. El Real Madrid, mediante un comunicado, anunció que había depositado el importe de la cláusula de rescisión de Sergio Ramos. Sin duda, uno de los mayores exponentes de la Carretera de Utrera en el Siglo XXI, junto a Jesús Navas y Antonio Puerta. Fue una sensación extraña y desagradable. Entre la pesadumbre y el orgullo. Entre el vacío desolador que provoca que te arrebaten un trocito de la sangre de tu sangre y la fortaleza de saber que por encima del escudo del Sevilla FC solo están los miles y miles de locos de la cabeza que sustentan este maldito negocio. Todo lo demás es accesorio.

Y entonces, en la mayor de las amarguras, y tras sentirnos incompletos, salió a la luz el nombre de Ivica Dragutinovic. Ni más ni menos que con el reto de hacer olvidar a Sergio Ramos. La solución de urgencia de Monchi a escasos minutos de la medianoche. ¿Recuerdan qué sintieron entonces? Estoy convencido de que, como un servidor, pocos de ustedes lo conocían. Ni siquiera sabrían que jugaba en el Standard de Lieja y que era serbio. Y pensarían, como un servidor, que demasiado que el Sevilla FC pudo rehacerse sin margen de maniobra. Era un parche. Una ínfima tirita para cerrar una herida que ni con bisturí. Y resultó que, en pocos días, entre acusaciones de unos y otros actores, de páginas repletas de periódicos, de horas y horas de radio y televisión copadas por la abrupta marcha de Sergio Ramos, descubrimos que habíamos encontrado un central con las agallas de un comandante y el pundonor de uno de los nuestros. Así. De la nada. Del más absoluto desconocimiento. Y a última hora. Tirando por la borda todos los falsos mitos que se ciernen sobre una planificación eficiente. 

Desde aquel día me resisto a pensar que una buena planificación se mide por el tiempo en el que un Director Deportivo es capaz de conformar el esqueleto de una plantilla, sino que más bien todo forma parte de un proceso. Las planificaciones deportivas, como las notas en el colegio, deben evaluarse al final de temporada. Buena parte del sevillismo se halla inquieto, intranquilo, en esta fase de la presente pretemporada. Apenas han llegado fichajes y el equipo comienza a competir oficialmente el jueves 26 de julio. Recuerdo una frase recurrente de Monchi. Siempre decía algo así como que una planificación no podía depender de un título que se disputase en verano, pero sí que se supeditaba a si había o no clasificación europea. ¿Recuerdan qué ocurrió tras caer con el Sporting de Braga en 2010? El panorama cambió. De esperar a que llegaran fichajes de renombre a convertirse en punto de inflexión y comenzar una restructuración progresiva de la plantilla. Quizá, aunque no se anuncie a los cuatro vientos, estemos ante un ejemplo similar, salvando las distancias y las instancias. 

Me resulta muy complicado pensar que el actual bloque Sevilla FC, que superó por fin los cuartos de final de la Champions League ante el todopoderoso Manchester United, que le plantó cara al Bayern de Munich, y llegó a una final de la Copa del Rey no esté objetivamente capacitado para superar la eliminatoria contra el Újpest. Bien sabe la dirección deportiva que el equipo necesita ahora mismo cuatro o cinco fichajes, al menos, para cubrir carencias por todos conocidas. Nadie lo discute. Pero hay tiempo. Mucho tiempo. En el fútbol algo más de un mes es un mundo, y el objetivo es claro: apuntar bien para no precipitarse. Ese sí sería un contratiempo difícil de subsanar. Paso a paso. Menos mal que los profesionales viven aislados en gran medida del clamor popular. Menos mal. ¿Alguien, de verdad, tiene dudas de que Caparrós no va a conformar un equipo competitivo? Llevo años escuchando cómo se pone como ejemplo de planificación al Villarreal. Con todos mis respetos, simplemente con comparar las trayectorias de ambos clubes en la última década la comparación se diluye.

Entiendo que un sector importante del sevillismo esté deseoso de conocer nuevas incorporaciones, al fin y al cabo las novedades en materia de fichajes son los goles del verano. Pero tengan paciencia. Y recuerden el patrón de Dragutinovic, o de Drago -como prefieran-, quien, por cierto, luce victorioso por la piel del Ramón Sánchez-Pizjuán en detrimento de aquellos que un día abandonaron este barco con más pena que gloria: nada, absolutamente nada, garantiza que una planificación sea mejor o peor por cerrarse antes o después. La única herramienta de medición es el acierto. Esa es la clave. Y si aún creen que el 31 de agosto puede ser tarde, echen un vistazo a los últimos cuatro partidos de la pasada temporada, donde quedó patente que, con un cierto criterio, hay un grupo de trece-catorce futbolistas que tienen la calidad suficiente para afrontar los retos venideros. Los partidos amistosos, para coger rodaje y fijar automatismos; los fichajes, que mejoren lo que había. De toda la vida. Y llegarán, por supuesto que llegarán, y probablemente en cascada cuando se abra el grifo, pero es sumamente necesario mantener la cautela en un verano marcado por el Mundial y la inflación de precios. Más vale tarde... que equivocarse. 


Carlos Sánchez
Twitter: @cmsanchezt

domingo, 13 de mayo de 2018

Excusas, Caparrós



Necesito, para acallar las voces que remueven mi conciencia, empezar disculpándome con Don Joaquín Caparrós Camino. Sí, un servidor tampoco le encontró lugar en el banquillo del Sevilla FC una vez se marchó en el verano de 2005. Ni siquiera en tiempos de Manzano o Míchel sopesé su regreso. Hasta hace tres semanas. Nunca antes. Entonces sí, pedí su regreso inmediato públicamente y hasta en mis desesperadas plegarias. Me consta, por lo que pude percibir aquellos días, que ese grito se produjo casi al unísono entre el sevillismo. ¿Por qué será que muchos de los que sentimos este escudo como nuestro nos acordamos de él cuando nos sentimos heridos en nuestro orgullo? Quizá la respuesta sea tan simple como compleja. El fútbol, al final, solo es el elemento donde se deposita una pasión compartida por miles de personas. Y en ese terreno, Joaquín Caparrós es dios.  

Quedaban cuatro partidos de Liga por delante y la curva descendente del Sevilla FC se antojaba irrefrenable, de forma paradójica, en la temporada donde inició la partida con el mayor presupuesto de su historia. Obtener un billete continental se empezaba a vislumbrar como una quimera. Pero el Club maniobró a tiempo -quien sabe si una semana tarde como para haber acortado el cortejo europeo que dará comienzo a finales de julio-. Caparrós llegó, miró a los ojos a los jugadores y les hizo creer que valían para competir en la élite. O eso cuenta él. Porque los entrenadores, de puertas hacia fuera, mienten, como él mismo ha reconocido alguna que otra vez, para perpetuar entre cuatro paredes aquellos entresijos que nunca debieran salir de un vestuario. Pero reducir todo a ese logro sería injusto. Caparrós, además de resucitar a un cadáver, ha devuelto el orgullo al sevillismo. 

Nunca fue de vender motos. Y menos sin pintar. La demagogia en el discurso y en el césped, para otros. Excusas, cero. Siempre apeló al sentimiento y a los datos objetivos. Por partes iguales. Recuerden, hasta la muerte, que este señor recogió los deshechos de un equipo hundido en la miseria en el 2000 y plantó el germen del actual Sevilla FC. Ayer cerró el círculo. Se marcha para trabajar en la sombra con la tranquilidad del que ha cumplido con su cometido. Una vez más. Caparrós nunca falló al Sevilla FC y quizá al contrario sí, pero su pasión por este escudo prevaleció sobre su amor propio. Ha inyectado sangre en los ojos a cada uno de los acompañantes con los que ha compartido este breve -pero intenso- viaje. Y ha hecho mejor a los suyos. A todos. Muestra de ello, la recuperación para la causa de los tres fichajes invernales: Layún, Sandro y Roque.

Solo el tiempo ponderará en su justa medida la figura de Don Joaquín Caparrós. Quizá otros entrenadores tengan más nombre o hayan salido por la Puerta de Cristales del Ramón Sánchez-Pizjuán con títulos bajo el brazo. Sin embargo, él acabó con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada la última vez que se despidió del Club de su vida sin probablemente ser consciente de que realmente había ganado mucho más que plata: un rincón privilegiado y eterno en el corazón del sevillismo. El fin de semana que viene se sentará por última en un banquillo, en el local del Ramón Sánchez Pizjuán, como no podía ser de otra manera, y entonces comenzará una nueva etapa en su vida profesional. Ya es tarde para ofrecerle un contrato vitalicio en el Sevilla FC. Es tanto el agradecimiento como las disculpas que se le deben. Gracias por siempre, Joaquín.  

Carlos Sánchez
twitter: @cmsanchezt

lunes, 23 de abril de 2018

Heridos en nuestro orgullo

sport.es

Nunca había sentido tanta vergüenza. Ni siquiera en aquel último descenso a Segunda en el año 2000, cuando el Sevilla FC se arrastró a lo largo y ancho de España. A fin de cuentas, aquel equipo estaba a años luz de tratarse de la mayor inversión presupuestaria del Club. Un curso después de aquel borrón, nació el germen del actual Sevilla FC. La semilla de un proyecto que ningún sevillista hubiera imaginado jamás. Desde cero. Pero con la genética plasmada en el posterior himno de El Arrebato. Fueron tiempos difíciles, de zozobra, pero necesarios para adquirir perspectiva y ahuyentar las malas hierbas. Ahora, dieciocho años después, hemos tirado a la basura el legado construido desde aquella regeneración. No se trata de realizar comparaciones odiosas entre ambas épocas, sino de poner en entredicho la gestión institucional y deportiva actual que, si bien no supondrá un descenso a los infiernos, ha logrado algo todavía peor: herir nuestro orgullo.  

El bochorno en la final de la Copa del Rey es solo la guinda a una temporada inadmisible, por más que el Club intente edulcorarla con los éxitos conseguidos en el transcurrir de las competiciones cortas y la coartada de poder concluir todavía en puestos europeos. Nadie parece ser consciente -o esa es la impresión-, de puertas hacia adentro, de que la verdadera preocupación del sevillismo, a día de hoy, no es ya la indigesta asimilación de un ridículo puntual (que tampoco han sido contados esta temporada ni mucho menos), sino el temor a mirar al futuro y ver las mismas caras que han permitido la degradación de un proyecto sólido y asentado; que han demostrado ser el problema y no la solución con las decisiones más que cuestionables que han tomado cada una de ellas en su ámbito de acción. Entre sueldos autoimpuestos, confecciones de plantillas deficientes sin retorno económico y declaraciones desafortunadas en rueda de prensa, José Castro, Óscar Arias y Vincenzo Montella han dilapidado, en un abrir y cerrar de ojos, la ilusión del sevillismo en la temporada con mayor gasto presupuestario en la historia del Sevilla FC en la conformación de la plantilla. 

De qué serviría pedir perdón a todos los que sintieron vergüenza el sábado si nada cambia. Hay miedo a que todo siga igual. A que el Sevilla FC siga gobernado por quienes guardaron en un cajón la llave de la ambición el día que Monchi salió por la puerta. La única solución pasa por el cese de los máximos responsables de la parcela deportiva y la dimisión del Presidente cuando concluya la temporada. Si no antes. Que solo uno de estos tres actores continúe un minuto más allá sería una irresponsabilidad supina. Es necesario empezar de nuevo. Regenerar el esqueleto de la entidad. Apostar por personas de Club, que impregnen de sevillismo cada rincón de la Ciudad Deportiva y sepan explicar a los que se ponen las botas que este sentimiento centenario ni se mancha ni se usurpa. Volverá el Sevilla FC. Por supuesto. Porque hasta en el peor de los escenarios cuenta con una legión de locos de la cabeza incondicionales. Tocados y heridos, pero nunca hundidos. Ellos son el Sevilla FC. Y a ellos se les debe reparar el daño causado. Estará interesante la presentación de la campaña de abonados para la 18/19. Esperemos que ya en un Ramón Sánchez Pizjuán limpio y libre de cargas.


Carlos Sánchez
twitter: @cmsanchezt 

miércoles, 14 de marzo de 2018

Aquí no se para

sevillafc.es


Tenía que ser en Old Trafford. En el lugar donde los sueños se cumplen. Ni en Estambul, ni en Moscú ni en Leicester. Tenía que ser en Old Trafforfd. Abrid los ojos, sevillistas. Sin miedo a despertar. El sueño se ha consumado. Se ha hecho realidad. El Sevilla FC está en cuartos de final de la Champions League sesenta años después. Era cuestión de persistir. De insistir. Tarde o temprano, Sevilla, uno de los lugares más maravillosos del planeta, tenía que estar entre las ocho ciudades más importantes del panorama futbolístico. Anoche se hizo justicia. Por méritos propios. El mayor orgullo del sevillismo es poder gritar a los cuatro vientos que dominó los poco más de ciento ochenta minutos que duró la eliminatoria contra el Manchester United. Tanto en el césped como en las gradas. 

Ahí, precisamente, empezó a imponerse el Sevilla FC. Desde el empuje incesante de una hinchada que allá donde va planta su bandera y silencia templos del fútbol europeo. Esta histórica hazaña es por y para ellos. Honor a todos los desplazados a Manchester. Todas las gargantas acabaron quebradas al final del partido. Una vez más. Nada es fruto de la casualidad. Ante la falta de gol, mayor aliento en la grada. Solo así se compensan los defectos y se potencian las virtudes de un equipo renacido desde que cogió las riendas Montella. No tanto en los resultados, sí en la autoestima de una plantilla que ha asimilado por fin el valor del escudo que porta en el pecho. Estos futbolistas han escrito una de las páginas más brillantes de la historia del Club. Honor también a ellos.  

El nombre del Sevilla FC quedará grabado por siempre en Old Trafford; el paso de su hinchada, también. Una proeza que a buen seguro hará olvidar las decepciones de ediciones anteriores. Y la mayor grandeza del sevillismo es que lo que está por llegar no se tomará como un regalo, sino como un nuevo reto. Seguirá habiendo mucho que perder en cuartos, aunque el objetivo principal esté más que logrado. En una temporada atípica, con altibajos y actuaciones bochornosas, el Sevilla FC ha vuelto a demostrar que darle por muerto es un pecado castigado con la más absoluta oscuridad. Superar la ronda de cuartos será el siguiente objetivo. Este año o cuando sea que regrese a la máxima competición continental. Este Sevilla FC, al contrario de lo que digan, no tiene techo. Sí por presupuesto, nunca por ambición. Un intangible capaz de superar la realidad. El sevillismo siempre quiere más. Es la bendita condena de este Club. Porque Sevilla FC, escucha, esta es tu grada, y aquí no se para. 

Carlos Sánchez
Twitter: @cmsanchezt






lunes, 19 de febrero de 2018

A nada de serlo todo en la Champions

sevillafc.es


'Bienvenidos al infierno de Nervión'
podría postularse como un buen hastag de recibimiento ante la visita de los diablos rojos de Manchester, un club con tanta historia a sus espaldas que impone solo con mencionar su nombre. Enfrente estará el Sevilla FC, el equipo de las mil y una vidas. Resurgió de sus cenizas cuando nadie daba un duro por él. O casi nadie. Ocurrió en Madrid, hace poco más de un mes. Sus fieles esperaban fecha y hora para su sepelio en La Almudena. Solo faltaba la puntilla. Pero, contra todo pronóstico, volvió a hacerlo. Una vez más. Se levantó más fuerte si cabe cuando su corazón languidecía, y en el mejor escenario posible. Ante un rival de enjundia y en un lugar donde ningún equipo nacional había logrado imponerse. A esto se refería José Mourinho en 2007, cuando cruzó los dedos para evitar al Sevilla FC en la Champions League. Desde entonces, todo, salvo Jesús Navas y el gen competitivo adquirido por el Club de Nervión, ha cambiado. 

Solo hay marcado un borrón en la hoja de ruta del Sevilla FC en la última década: la frustrante incapacidad para superar la barrera de los octavos de final de la máxima competición intercontinental. Más cuando su eliminación siempre ha sido a manos de rivales inferiores sobre el papel. Quizá se explique desde un prisma motivacional. Al Sevilla FC le ponen los retos, y en la machada del Metropolitano se halla la respuesta. Cuanto más grande el oponente, mayor el nivel de activación. El reto de derrotar al United se antoja complicado, pero ni mucho menos imposible. Está comprobado que intentar matar de antemano a este equipo es un craso error. Porque, además del ya mencionado carácter ganador que ha adquirido, cuenta con un factor de valor incalculable: el calor de una hinchada que hace de Nervión el mismísimo averno en las grandes citas. Por descontado que el Sánchez-Pizjuán será un hervidero para recibir a los diablos rojos, quienes, aparte de presumir de una vasta sala de trofeos, cuentan con un incuestionable potencial y una gran característica: la capacidad para desactivar las virtudes del rival, santo y seña del manual de estilo de José Mourinho. Pero, por su parte, pocos equipos compiten mejor que el Sevilla FC cuando se trata de rondas eliminatorias, donde saca a relucir su indomable vertiente depredadora.   

Es el momento idóneo de dar el paso definitivo para estar entre los ocho mejores equipos de Europa. Detrás habrá un ejército de guardianes preparados para llevarlo en volandas, y, sobre todo, un buen número de recursos en el césped para vencer al United. Fundamental para alcanzar el tan ansiado objetivo. Montella ha logrado lo más difícil: convencer al vestuario, transmitir su idea y recuperar la confianza de los pilares fundamentales del equipo. Ahora hay luz donde hace tan solo un mes se cernían alargadas sombras. Mérito indiscutible del entrenador, prejuzgado antes de pisar Sevilla por primera vez. La nueva posición de Jesús Navas y Mercado, la reinserción de N'Zonzi y el elevado rendimiento de Franco Vázquez, Correa o Muriel, entre otros, tienen la firma del técnico italiano, quien ha actuado con maña en sus decisiones dejando a un lado la fuerza. El arsenal en ataque del Manchester United es aplastante, pero el Sevilla FC, al nivel actual, y con Sarabia y Banega al mando de las operaciones, puede hacerle frente. Confíen. En Nervión estará la clave. Será fundamental ser contundentes (el déficit actual) para afrontar la vuelta con opciones reales de pasar. Quién iba a pensar echando la vista atrás que este contexto fuera posible. La plantilla debe creérselo, y quien mejor que toda su gente para mostrar el camino al Sevilla FC, cuando, una vez más, está a nada de serlo todo en la Champions. 

Carlos Sánchez
twitter: @cmsanchezt

jueves, 1 de febrero de 2018

En (las buenas) manos de Sergio Rico



Ni pretendo convertirme en abogado del diablo ni tengo la más mínima intención de ser defensor de ninguna causa perdida. No es el caso. Más que nada porque creo, sinceramente, que Sergio Rico no necesita mayor defensa que un simple vistazo a su trayectoria en el Sevilla FC. Quien sabe si, por poner un ejemplo de peso, seríamos pentacampeones de Europa si no fuese por aquella parada a bocajarro a Morata en el último segundo del último encuentro de la Fase de Grupos de la Champions de la 2015-16 que nos reenganchó a la Europa League... El error contra el Leganés fue grosero e inexplicable. Pero más inexplicable es cebarse con uno de los nuestros, quien recuerden, les guste o no, va a defender la portería del Sevilla FC de aquí a mayo al menos... ¿Por qué? Porque ahora mismo es el mejor portero de la primera plantilla. Objetivamente. O se cierran filas en este asunto, o nos pegaremos un tiro en el pie si echamos a los leones a un tipo al que, de veras, le duele este escudo. Y el mayor perjudicado será el Sevilla FC. 

Es evidente que Sergio Rico mostró una preocupante falta de contundencia tanto en la acción contra el Getafe como contra el Leganés. Erró. Es indiscutible. Erró de forma aparatosa, más allá de que pueda existir o no falta en alguna o en ambas jugadas. A mi juicio, en ninguna. Pero esta cuestión sí es discutible. Dio la cara más tarde y asumió su fallo. Sin excusas. Sin prebendas. Muy pocos lo hacen, por cierto. Pero es que antes, inmediatamente después de fallar en esa acción, tuvo la valentía de salir a por dos balones divididos sin afectarle aparentemente lo sucedido. Ese es el mejor síntoma que puede mostrar un portero herido (como así me ha comentado el añorado Andrés Palop, con el que he podido departir sobre ambas jugadas). Es quizá la presión de un ambiente enrarecido e irrespirable el que puede afectar al futbolista, e insisto, una vez más, el mayor perjudicado es el Sevilla FC. Y, aun así, ha tenido la fortaleza de salir a defender la portería del Sevilla FC (les podría dar nombres de jugadores que, tras ser pitados o reprobados por su propia afición, no pudieron ni calzarse las botas). ¿De verdad piensan que Sergio Rico lo estará pasando bien? 

Ahora es cuando más hay que estar a su lado, porque se trata de una demarcación estrechamente ligada a la confianza, y de una situación coyuntural y pasajera provocada por quién sabe qué factores o que ni siquiera exista un motivo determinado. Estoy convencido. No por intuición personal, sino porque hay un amplio historial de precedentes de actuaciones soberbias donde ha demostrado su enorme valía. Sergio Rico es un portero muy válido para este Sevilla FC. No pretendo con esto la aprobación de cada uno de ustedes, faltaría más y libres son de expresarse como bien quieran en los próximos partidos en el Ramón Sánchez-Pizjuán (odio encarecidamente los términos buen y mal sevillista), pero reflexionen qué le viene mejor al equipo. Cuando se silba a un jugador, la presión se traspasa al resto de sus compañeros. Personalmente, me produce una enorme tranquilidad saber que un tipo como Mercado, curtido en mil batallas, con un carácter férreo y que sabe de qué va esto, dijera tras el partido contra el Leganés que "aquí ganamos y perdemos todos". Palabra de capitán. Gentileza de excelente compañero. ¿Qué pensara Muriel ahora, verdad? Con el agravante de que la soledad del portero es tan hiriente en ocasiones, que puede tender a la autoflagelación hasta límites insospechados. Con sus aciertos y sus errores -muchos más los primeros, y si no tiren de hemeroteca...-, Sergio Rico es el primer Guardián en el campo. Y con él hay que ir a la guerra, porque de unas cuantas nos ha librado, y si no echen la vista atrás a la eliminatoria contra el Atlético de Madrid. Estamos en buenas manos. Y volverá a ser determinante. Seguro.

Carlos Sánchez
twitter: @cmsanchezt

miércoles, 24 de enero de 2018

Un corazón que vuelve a latir

sevillafc.es

'Nunca te rindas', rezaba el tifo que el Sevilla FC instauró en Fondo con el objetivo de alentar a los once guerreros ávidos de revancha que saltaron al césped del Ramón Sánchez-Pizjuán contra el Atlético. Se trataba de ponerse en pie otra vez (sí, otra vez) después de hincar la mano en el suelo siete días atrás para tomar impulso con la casta y el coraje perdidos progresivamente, de manera incomprensible, en los últimos tiempos. El Sevilla FC agonizaba hace una semana. Su corazón llevaba meses maltrecho. Apenas latía, si acaso para respirar un justo y necesario hilo de vida. Se hallaba desorientado, o eso creímos... Porque, una vez más, ha vuelto a levantarse a las puertas del cementerio. Y ya son unas cuantas. Tantas o más en este siglo como vidas tiene un gato. Qué manera de resurgir de sus cenizas. Ni el más optimista del lugar imaginó un giro de guión de tal magnitud, solo comprendido en alguna extravagante cinta de autor, cuando todo el sevillismo solo rogaba, entre plegarias, que el dolor acabase lo antes posible. 

Y todo gracias a un cirujano, bien hallado en Italia, de nombre y apellido Vincenzo Montella. Tardó dos semanas en detectar la disfunción que debilitaba el corazón del Sevilla FC, pero, una vez halló la herida, la cerró con la destreza quirúrgica de un doctor e inyectó litros de sangre renovada. Nada parece quedar de aquel ente pálido que deambulaba esperando su final. Y es que, más allá de consumar el enésimo éxito deportivo que implica jugar una nueva semifinal de Copa del Rey dos años después, su gran aportación hasta la fecha es, sin duda, haber devuelto al Sevilla FC su gen competitivo. Ese que afrenta al rival sin complejos y vende muy cara su piel. Ha restaurado el ánimo de una plantilla desangelada y desorientada en un tiempo récord. Esta es la principal clave del resurgir del Sevilla FC. Ahora, cada uno sabe cuál es su función en el terreno de juego, y, a su vez, cada pieza individual forma parte de un engranaje perfecto bajo la batuta de Éver Banega y Pablo Sarabia, a quien el tiempo siempre pone en su sitio. Bendito fichaje el suyo. 

El Sevilla FC ha recuperado el alma. Y un estilo de juego que encarna sus valores. Más bien se ha reencontrado con sus raíces. Ha regresado a un fútbol eléctrico, de película de suspense. Cierra filas, defiende junto, pero cuando sale en transición ofensiva... asusta. Un maremoto descontrolado. Cuánto echaba en falta el público de Nervión un equipo vertical y directo. Esto también es obra de Montella, al que habría que mirar de frente y agachar la cabeza. Y la mayor paradoja de esta historia es que quien lo eligió ha recibido críticas a diestro y siniestro desde que se sentó por primera vez en el despacho de alguien insustituible. Para Óscar Arias, lo fácil, tras la destitución de Berizzo, hubiese sido contratar un parche y esperar a formar un nuevo proyecto el próximo verano (un servidor también lo creía así), pero, fiel a su forma de pensar, fue con todo a por su primera opción a sabiendas de que, probablemente, se jugaba su última bala. Supo regatear la presión, antes de tomar una decisión precipitada, cuando todo el mundo pedía un entrenador inminentemente, a pesar, insisto, del ensordecedor ruido mediático. En tan solo una semana ha resultado que esta plantilla tiene un potencial interesante (evidentemente mejorable, siempre es así en cualquier caso). Ayer sí hubo rendición. La de una afición que ha recuperado el sentimiento de pertenencia hacia su escudo, y que bien entenderá con el paso del tiempo que Arias, hasta la fecha, ha acertado, al menos, igual que ha errado. No den nunca por muerto al Sevilla FC.  


Carlos Sánchez
Twitter: @cmsanchezt

   

lunes, 8 de enero de 2018

Que nadie les engañe

sevillafc.es

Nunca será un partido más. Que nadie les engañe. Ganar un derbi deja siempre un regusto diferente (sea cual sea el estatus de cada equipo en ese momento); perder duele como un hermano. Al fin y al cabo somos eso: hermanos. Que se lo digan a quienes osan nombrar a nuestro eterno rival desde otros lares. Somos eso también: eternos rivales. Por y para siempre. Cuando uno ríe, el otro llora. Nunca habrá paz para ambos. Una dualidad tan pasional e intensa como añorada cuando es bien entendida. Agotadora hasta la extenuación. Siempre quiero ganar al Betis. Hasta en sueños. Pero encajo la derrota cuando llega. Como cualquier sevillista de bien. Como cualquier bético de bien. Que nadie les engañe. Un ejemplo: mi primito. Bético, como su padre. El sábado, nada más finalizar el derbi, recibí una nota de voz: "Gracias, primo, otra vez os tocará a ustedes. Seguro que en el Benito Villamarín os toca". Tiene nueve años. Siempre que el Sevilla FC venció en ediciones anteriores, me felicitó. El primero. Bien sabe él a su temprana edad que los derbis son diferentes. Para bien y para mal. Siempre estorban. Consumen demasiadas energías. También al ganador. Enhorabuena al beticismo.  

Nunca será un partido más. Que nadie les engañe. El derbi condiciona y entorpece. Siempre. El ganador inocula una inyección de moral y el perdedor entra en un túnel donde la visibilidad se reduce hasta divisar una neblina gris. Casi negra. El ambiente se torna insoportable en la casa del derrotado. La presión mediática se recrudece, el margen de error se estrecha y las decisiones se precipitan. Caerán los fichajes en el Sevilla FC porque la bala de ofrecer cabezas a la afición ya se gastó. ¿Y después, qué? Perder un récord de imbatibilidad en tu estadio a manos de tu eterno rival es doloroso. Muy doloroso; alejarse del objetivo en la Liga con el mayor presupuesto en la historia del Club, mucho más. Pero sentir que una buena parte del sevillismo da por finiquitada la temporada... Ahí reside la mayor tristeza. Sin duda. Hemos llegado a un punto de difícil retorno en la presente temporada. Devolver la ilusión al sevillismo debería ser el primer propósito en un cuaderno con tachones en rojo plagado de necesidades. La llegada de nuevas incorporaciones puede ser la solución de urgencia, pero, como ocurrirá probablemente con Montella, estos movimientos adquieren normalmente un efecto efervescente. De más a menos. Que nadie les engañe. La cuestión es estructural.

Llegados al ecuador de la temporada, la sensación es que el Sevilla FC, más que mantenerse vivo en todas las competiciones, deambula a la espera de que un ciclón se cruce en su camino y arrase con su maltrecho esqueleto. Carente de columna vertebral, de un tipo, uno solo, que enseñe en el vestuario el significado de este escudo y explique que un derbi se gana con más atributos que talento; en búsqueda continua de una identidad como equipo -complicado mientras nadie asuma galones-, y con una alarmante falta de presencia y toma de decisiones por parte de los rectores de la entidad, ocultos entre cifras desorbitadas autoimpuestas. Maldito momento, pensarán... O no. Quien sabe si con 300.000 euros las penas son menos penas. Y mientras tanto, el sevillismo solo pide depurar responsabilidades. En el sueldo va la obligación. Los focos se ciernen sobre el césped, pero los verdaderos artífices de este despilfarro de recursos se sientan en el palco. Monchi servía de escudo; Óscar Arias no tiene quien dé la cara por él. ¿Para qué? Si probablemente será la próxima cabeza de turco. En sus manos está recobrar la ilusión del sevillismo. Todo o nada en un proyecto que puede llegar a su fin antes que el gol de Fabián. Acertar en los remiendos este enero se antoja fundamental para entusiasmar de nuevo a quienes de verdad trajeron fútbol, honor y gloria al Club: el sevillismo. Que nadie les engañe.

Carlos Sánchez
Twitter: @cmsanchezt