martes, 5 de marzo de 2019

Machín, el cielo antes de tiempo

sevillafc.es

Con Pablo Machín parece ocurrir lo siguiente: en las últimas fechas, la frustración y el desánimo se han convertido en el denominador común de los sevillistas cada vez que el Sevilla FC claudica. Vayan por delante tardes como Vigo, Villarreal y, sobre todo, Huesca, punto de inflexión. Días después, con el ritmo cardiaco regulado y el poso de las horas, volvemos a ver el panorama con perspectiva y a poner los pies sobre tierra firme. La realidad deportiva del Club, conforme a números y parámetros globales, mal que nos pese, está más cerca de este momento que vivimos que del espectacular -casi inmaculado- primer tramo de temporada donde el Sevilla FC se instaló en lugares ciertamente impensables. ¿Hay que conformarse con este llamativo declive del equipo? No, pero mucho menos perder la perspectiva. Machín cayó de pie en Nervión. Sensato y escrupuloso en su verbo, moldeó con premura, sorprendente facilidad y conforme a su ideario a la plantilla (con carencias, como todas, por cierto) que le entregaron en sus manos. Apenas le costó implantar su filosofía en el vestuario. Antes ya había convencido a Caparrós. Por qué sería. El nuevo proyecto pedía a gritos un entrenador conocedor de La Liga, alejado de la extravagancia y que recondujera la maltrecha imagen de equipo vulnerable que se había adjudicado por méritos propios la temporada anterior después de perpetrar varios ridículos indescriptibles. 


Quiero decir: Machín es el entrenador ideal para levantar un nuevo proyecto a medio-largo plazo. El argumento es sencillo: ya ha demostrado en diferentes tramos de la temporada que puede maximizar el rendimiento que se le presupone a esta plantilla, se ha ganado al vestuario hasta en las duras y, por encima de todo, tiene la capacidad de sacar el máximo rendimiento de sus futbolistas. Véase Ben Yedder. ¿O quién si no se cercioró de que poniéndolo junto a un delantero referencia como André Silva se convertiría en uno de los mejores atacantes del mercado europeo? Más allá de los resultados, que al final dejan en papel mojado hasta el más irrefutable de los argumentos, la trayectoria de Machín invita a pensar que se levantará de esta. Lleva más de media temporada afrontando con naturalidad una ingente plaga de lesiones que ha asolado al equipo. Y, siendo fieles a la verdad, la injustificable imagen del Sevilla FC lejos de Nervión ha de tratarse como un problema endémico, asociado incluso a cuestiones extradeportivas. Con mirar los resultados fuera de casa en la última década es suficiente. Pero que cada uno aguante su vela. El fútbol ya se ha encargado de demostrar en multitud de ocasiones que cambiar un entrenador a mitad de temporada pocas veces surte el efecto deseado. En la otra parte de la baraja, técnicos como Marcelino (Valencia) o Ávaro Cervera (Cádiz) resistieron hasta dar la razón a los rectores de sus clubes a pesar del clamor popular.

Es evidente que Machín debe dar un giro de tuerca a la situación. Que no tiene un buen porcentaje de responsabilidad en esta crisis sería negar la mayor. Pero estoy convencido de que está capacitado para hacerlo, aunque, en ocasiones, se empecine en proyectar una imagen de irritante inmovilidad. De profundo temor al cambio. Hay indicadores concluyentes de que es un entrenador con altura de miras, preparado y metódico para encabezar este proyecto. Y más si llegase a contar con una plantilla hecha a su medida. Ya demostró en la primera parte contra el Barcelona que, aunque parezca mantenerse inflexible en su idea de colocar tres centrales, guarda soluciones en la chistera. Le falta perderle el respeto al error. Ya lo hizo en septiembre cuando pasó a jugar con dos puntas. Lo volverá a hacer. Porque, insisto, ya lo ha hecho. Personalmente, no creo que le haya llegado pronto la oportunidad, sino que tocó el cielo tan rápido que la tierra ya nos parece poco. Hay que tener paciencia, aunque esto sea como pedirle peras al olmo. Como siempre, y una vez más, una temporada para el Sevilla FC son cinco para el resto de clubes. Siempre se hacen largas. Ocurre de todo. Arriba y abajo, en el césped. Hasta que llega la bendita primavera. Ya advirtió Machín en días de bonanza que llegarían tiempos peores. Pues aquí estamos. Vencidos, pero no vendidos. Sigo pensando que Machín es lo mejor que nos ha pasado desde Emery. Sólo el tiempo dirá. El cielo le queda cerca para regresar. A siete paradas.   


Carlos Sánchez 
Twitter: @cmsanchezt