jueves, 4 de agosto de 2016

Coke ya era sevillista


sevillafc.es

"Menudo cambio hemos hecho contigo". Noviembre de 2008. Facultad de Ciencias de la Información de Fuenlabrada (Universidad Rey Juan Carlos I, Madrid). Las clases de cuarto curso de Periodismo habían dado comienzo apenas un par de meses antes. Yo acababa de llegar. Me incorporé ese año al segundo ciclo tras concluir previamente la Diplomatura de Relaciones Laborales. Y esa frase, pronunciada con un alto grado de ironía y una medio sonrisa delatadora, corresponde a una excompañera de clase. 

- ¿A qué te refieres?, respondí.
- ¿Sabes que se podría decir que has cubierto el hueco que ha dejado Coke?
- ¿Qué Coke?
- El que juega en el Rayo.
- ¿De verdad? Además se crió en Vallecas, como yo. Ojalá le fiche el Sevilla.
- ¿El Sevilla?
- Sí, soy sevillista a muerte. Un bicho raro aquí en Madrid.
- ¡Madre mía! Ahora sí que se confirma que el cambio ha sido un absoluto fracaso...

Con Coke no se podía competir en el terreno conquistador, evidentemente. Tenía al sector femenino revolucionado. Pero ni mucho menos aquella conexión personal quedó allí. Efectivamente, él dejó ese año la universidad tras el ascenso del Rayo Vallecano a Segunda División, pero el destino quiso llevarme a Radio Marca, donde, excepcionalmente, narré algún partido del conjunto vallecano. Y fue en zona mixta, tras un partido, donde tuve la suerte de conocerle. Coke es diferente. Cuando le saludas por primera vez tienes la sensación de conocerle de toda la vida. Nada que ver con el prototipo de futbolista altivo. Charlamos durante diez minutos de la universidad, de los compañeros, del Rayo... Como el que habla distendidamente con un amigo de siempre.

Pensé en ese momento que sería mucha casualidad verle de nuevo, pero volvió a suceder. Fue el 21 de octubre de 2010, en un bar adyacente al Palacio de los Deportes de Madrid. Ambos estábamos tomando algo con nuestros respectivos amigos antes de entrar a un concierto. Nunca olvidaré aquel día. Y más en estos días. Yo había accedido a ir al concierto con una sola condición: ir a las 18:00 horas de aquel día a los alrededores del recinto para poder ver íntegro un Karpaty-Sevilla, de Europa League. Y así fue. Sentado, frente a la televisión del local, se cruzó por delante Coke. Inmediatamente le saludé. Había pasado bastante tiempo desde la vez que nos conocimos, pero me reconoció: "¿Qué tal estás, tío?", me dijo con su inconfundible sonrisa. "Bien. Todo bien. Viendo a mi Sevilla, ya sabes". En ese momento giró la cabeza hacia la televisión y se quedó viendo cinco minutos del partido. Por aquel entonces ya empezaba a sonar su nombre para Valencia y Sevilla, entre otros. "Dime una cosa, ¿no te gustaría jugar en el Sevilla FC?, le dije. "¿Dónde hay que firmar? Iría mañana", me respondió con un gesto premonitorio. 

El desenlace ya lo saben. La última vez que hablé con él fue al poco de fichar por el Sevilla FC. Estaba muy ilusionado. Coke lo pasó mal en sus inicios en el club según pude saber por personas afines a ambos. Siempre fue cuestionado por un sector de la grada y, concretamente, al principio fue el centro de todas las críticas. Pero supo reponerse. Como solo sabe hacerlo quien tiene alma de líder. Con casta y con coraje. Eso que inhaló nada más llegar e hizo suyo. Nunca dio un balón por perdido, nunca escatimó un esfuerzo, pero, sobre todo, nunca dejó a los suyos cuando pintaban bastos. Cuando las críticas eran feroces. Porque él ya había convivido con ellas y sabía cómo rebatirlas. Porque para él los suyos siempre fueron lo primero. Antes que él mismo. Y porque, quizá, su corazón ya sentía en sevillista antes de saberlo.

Gracias por defender este escudo con tu vida, capitán.

Te extrañamos. 

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