lunes, 10 de octubre de 2016

Leganés, preludio del 'Nunca se rinde'

sevillafc.es

Javier Labandón, conocido como El Arrebato, comenzó la segunda estrofa del Himno del Centenario del Sevilla con la frase que, probablemente, más ha interiorizado el sevillismo desde la primera vez que sonó en el Ramón Sánchez Pizjuán: "Dicen que nunca se rinde". Esta afirmación, que actualmente luce inamovible en Gol Norte, bien puede resumir el devenir del Sevilla FC a lo largo y ancho de su historia. Y quizá, entre los capítulos que pudieron inspirar a El Arrebato para aquella obra maestra, esté el que sucedió el 30 de septiembre de 2000 en Leganés.  

Aquella gélida tarde (nada que ver con las suaves temperaturas que hemos vivido este año por esas fechas) pudo gestarse el actual Sevilla. Sí, como lo escuchan. Algo cambió en aquel encuentro. Mejor dicho, en aquel descuento. Os lo aseguro. Estuve presente en Butarque. El Sevilla había arrancado con muy buen pie su andadura en Segunda División a pesar de las dudas que despertaba el nuevo proyecto tras haber descendido. Roberto Alés se hizo con la presidencia del club; Monchi cogió las riendas de la dirección deportiva y Caparrós fue el elegido para reflotar a un equipo que llevaba años a la deriva. 

Con una plantilla confeccionada prácticamente a coste cero, el Sevilla FC logró sumar cuatro victorias consecutivas en las primeras cuatro jornadas. Pero, a pesar de lo que dicta la lógica de los resultados, no fue hasta esa quinta fecha en Leganés cuando todos, absolutamente todos, equipo y afición, fueron conscientes de que ese equipo estaba hecho de otra pasta. Recuerdo como si fuera ayer que fue un mal partido de los nuestros. Muy mal partido. Apenas tres toques seguidos y escasísimas ocasiones de gol. Si la memoria no me falla, diría que ninguna hasta aquel mágico minuto 94 que cambió todo. 

Una jugada aislada, un balón suelto que recogió Marcelo Otero (integrante de aquel 'Sevilla de los uruguayos', junto a Tabaré, Podestá, Nico Olivera o Zalayeta), lo remachó a la red para delirio de todos los que allí nos dimos cita para animar y dejarnos la garganta por los de 'colorao'. Mención aparte merece la reacción de los protagonistas. A día de hoy podría asegurar que pocas veces he visto a un equipo y a un cuerpo técnico celebrar un gol como aquel empate. Como si de una final se tratara. Recuerdo a los suplentes adentrándose en el terreno de juego para abrazar a los que estaban en el césped y festejar el tanto.

Ahora, con perspectiva, quizá no seamos capaces de darle la importancia real que tuvo aquel partido. Quizá nos suene disparatado o excesivo, pero, señores, les aseguro que aquel equipo se dio cuenta, en ese minuto 94, que para vencerles habría que derramar sangre; que para tumbarles habría que doblegarles y después enterrarles. Buena cuenta dieron en Ferrol meses después tras un capítulo calcado al de Leganés. El epílogo ya lo saben ustedes. El Sevilla FC ascendió a Primera con suficiencia. Con un equipo a base de retales, pero con jugadores de una extraordinaria raza como Notario, Pablo Alfaro, Prieto, David o Casquero, entre otros, quienes agarraron el escudo como si fuera suyo y lo defendieron hasta el final de sus días en Nervión. Ojalá que aquella fuerza inusitada, aquel espíritu de equipo que surgió de ese minuto 94, se reencarne de nuevo el sábado en Leganés para ganar por fin lejos de Sevilla. Ya saben, dicen que nunca se rinde...

twitter: @cmsanchezt

A continuación, les adjunto el artículo de Roberto Arrocha, publicado hoy día 10-10-16, en orgullodenervion.com, donde podrán leer interesantes testimonios y anécdotas de algunos de los jugadores que disputaron aquel partido: 
http://sevilla.abc.es/deportes/orgullodenervion/noticias/sevilla-fc/marcar-94-butarquenos-creer-se-podia-112645-1476042675.html



 

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