miércoles, 28 de septiembre de 2016

Identidad antes que búsqueda

sevillafc.es

Los grandes pueblos que dejaron huella a lo largo de la historia lo hicieron piedra a piedra. Batalla a batalla. Entre una y otra se forjaba el destino de gente que antes que celebrar una victoria anhelaba con súbito deseo una identidad propia. De nada servía saborear la victoria sin sentirse identificado con el propósito de quienes dejaban su vida en los áridos campos donde se dirimía el éxito o el destierro. Las gentes, mujeres y hombres, aspiraban a percibir un trozo de tierra como suya. De trazo definitorio e inimitable. Y algo así, con más o menos historia, ocurrió tras el descanso del Sevilla-Olympique de Lyon, correspondiente a la segunda jornada de la Fase de Grupos de la Champions League.

En medio de la transformación que supone pasar de Emery a Sampaoli, de la trinchera al ataque frontal, el público que se dio cita en el Ramón Sánchez Pizjuán y todos los sevillistas disgregados por el mundo sintieron, quizá por primera vez, a este Sevilla como algo suyo. Y es que fue salir el Sevilla FC tras la reanudación y el equipo enseñó a la grada qué quiere ser. Falta engrasar todas las piezas para conseguirlo, pero el primer paso ya está dado. Porque comenzaron a asociarse Nasri -capaz ya de manejar a todo un escuadrón-, N'Zonzi, Vitolo y Vázquez, escoltados en los flancos por los incombustibles Mariano y Escudero, y el Sevilla FC mostró el sello que pretende poner en circulación, consumándose en el decisivo gol de Ben Yedder, posiblemente determinante para la clasificación.

La meta de este equipo es llegar a la victoria mediante un fútbol lustroso y asociativo, pero también hacerlo por la intensidad, por la recuperación inmediata tras pérdida o por el ataque conjunto. Esa combinación, tan atractiva como complicada de aplicar, se vio a grandes trazos en la segunda parte de ayer y logró algo aún más difícil todavía: enganchar a una afición que andaba dubitativa y con pies de plomo ante la posibilidad de que la frustración le arrebatase eso que se ansía antes incluso que la victoria. El sentimiento de pertenencia. La identidad. Inmenso mérito el de ayer. Una batalla más ganada. Pero, sobre todo, una gran piedra puesta, quizá la más importante. La que une al sevillista con los que están en el césped. La que lleva tallada dos palabras: equipo y afición. 

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