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twitter: @JNavas |
El fútbol moderno es un negocio. Sin duda. Apenas queda rastro de la esencia que nos encandiló en tiempos ya remotos. Que se lo cuenten a nuestra maltrecha memoria. En ocasiones perdemos la perspectiva con asombrosa facilidad y, lo que es peor, renunciamos a nuestra identidad sin escrúpulo ninguno. Sevillistas: Jesús Navas es uno de los nuestros. Sangre de nuestra sangre. Integrante del mejor Sevilla FC de la historia. Abanderado del sueño que consumimos una noche de primavera en Eindhoven. Componente central de la lona de Preferencia del Ramón Sánchez-Pizjuán. En condiciones normales, estos argumentos deberían ser suficientes para enaltecer su figura, para convencerles de que tan solo con esas premisas ya se antoja necesaria su vuelta. Asisto atónito a la apatía que despierta en gran parte del sevillismo su regreso. Quizá el presente pese demasiado; o el pasado posea un valor insignificante en esto del fútbol. Lamentablemente, me temo que ocurre más bien lo segundo. Y es que, más allá de razones burocráticas, porque el Sevilla FC necesita contar con futbolistas canteranos y nacionales para completar la lista de Champions League (les recomiendo seguir en twitter a @salmonpalangana, especialista en esta materia), ¿quién puede tener dudas del talento de Jesús Navas y de las virtudes que puede aportar al juego del Sevilla FC?
Jesús Navas es mucho más que una leyenda viva del club. Le queda mucho fútbol por delante. Tanto o más del que podamos llegar a imaginar. Es alarmante que, desde que suena para retornar al Sevilla FC, apenas hayamos reparado en la riqueza táctica que puede aportar al dibujo de Berizzo. Y más aún que obviemos la experiencia internacional que atesora. Ha disputado más encuentros continentales que toda la línea de ataque junta. Constantemente se habla en los mentideros de su recomendable regreso únicamente por su condición de hombre de la casa, pero parece que nos olvidamos de que es un futbolista extraordinario, curtido en mil batallas e, indudablemente, más completo que cuando partió a Manchester. El Duende se ha convertido en maestre en Inglaterra. Ha mejorado más si cabe sus prestaciones como extremo y ha adquirido los conceptos necesarios para reconvertirse en lateral o carrilero si el equipo lo necesita en esos lares. Recuerden, además, que el Sevilla FC carece actualmente de un jugador de banda a la antigua usanza, de los que se pega a la línea de cal, de los que abren defensas. Es un extremo puro y duro. Con una punta de velocidad intacta. Una pieza capital para conformar una plantilla con diferentes registros tácticos. Mi pregunta es: ¿por qué? ¿Por qué tantas dudas?
¿Por su edad? La complexión física de Jesús Navas le permitirá competir más allá de los 35 aun ocupando una posición del terreno de juego en la que evidentemente se produce un mayor desgaste. Seguro. Tiempo al tiempo. ¿Por ser representado de Bahía? Esto es un negocio. Recuérdenlo. Los sentimientos, en la grada; en los asuntos de club debe imperar la cordura y la racionalidad siempre. O al menos así debería ser. ¿Porque se marchó del Sevilla FC sin que nadie le obligara a salir? Sí, y también perdonó dinero. Y en su discurso de despedida prometió que volvería. Porque Jesús Navas es sevillista. Hasta la muerte. Nació, creció y se hizo futbolista en la Carretera de Utrera. ¿Creen que estamos sobrados de ADN palangana? Es buen momento para impregnar al equipo de identidad propia. Nunca deberíamos plantearnos el por qué con Jesús Navas. A quien lo ha dado todo por este escudo, honor. Él mismo siempre fue coherente con el club, y jamás regresaría si se sintiera incapaz de afrontar el reto de volver a vestir la camiseta con el blanco y rojo de su corazón. Ojalá vuelva para disipar las dudas de gran parte del sevillismo. Su talento es innato e inagotable. Y se encuentra en plena madurez futbolística. Despierten, sevillistas. El Duende acecha de nuevo.
Carlos Sánchez
twitter: @cmsanchezt