lunes, 10 de abril de 2017

La mayor de nuestras victorias

sevillafc.es

Nunca me cansaré de repetirlo. El Sevilla FC es diferente. Distinto. Particular. Un oasis en la geografía de la normalidad. Allí suceden cosas extraordinarias. Una montaña rusa interminable. Les haré una pregunta: ¿Conocemos los sevillistas el término tranquilidad? Respondanse ustedes mismos. Vivimos en una atmósfera en constante ebullición. Cuando todo fluye, brota de la nada cualquier tipo de distracción. Unas veces desde fuera; la mayoría desde dentro. Se podría decir que vivimos en un conflicto interior con pocos visos de remediarse. De cuando vienen mal dadas ni hablamos... El equipo ahora mismo es cuarto, a falta de siete jornadas y siete puntos por encima del quinto. Llueve menos, dirán algunos. Una clasificación excelente en una de las temporadas más convulsas que se recuerdan. ¿Le encuentran explicación a tanto sufrimiento?

Hemos aguantado embestidas que han dejado y dejarán profundas heridas: dos despedidas de Monchi -sin lugar a dudas una de las personas más influyentes en la historia del Sevilla FC-: una frustrada que nos dejó maltrecho el corazón, y la definitiva, la que nos desgarró el alma; un amago de huida de Sampaoli cuando apenas había aterrizado, y parece, por sus últimas declaraciones, que habrá un segundo capítulo; un supuesto dopaje de Nasri, que cayó en saco roto; el fantasma creciente de la entrada de capital extranjero o un sinfín de multas e injusticias teledirigidas que conllevaron una ausencia de colorido durante un tiempo irrecuperable en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Al menos en este sentido recuperamos el Norte. Demasiado ruido. Ensordecedor. Pero escuchen bien... Volvemos a estar unidos. Que esta grada vuelva a festejar juntos de nuevo. ¿Qué más necesitamos? Suficiente. Los Biris regresaron y Jovetic tardó 54 segundos en marcar. ¿Casualidad? La unión hace la fuerza. Resultó evidente.

La solución parece tan sencilla como complicada de aplicar. Nos queda un mes y medio de competición aproximadamente. Problemas fuera. O, por lo menos, a un lado. Ya tendrán tiempo de volver a florecer las malas hierbas, pero evitemos regarlas nosotros mismos. Al fondo se escuchan de nuevo los acordes de la Champions. Sigamos dando pasos. Firmes. Sin mirar atrás. ¿De qué sirve regodearnos en nuestras penurias a estas alturas? El sábado logramos la mayor de nuestras victorias: Nervión volvió a rugir como nunca debió dejar de hacerlo. El Sevilla FC, para quienes lo amen hasta la eternidad. Sin medias tintas. Y quien quiera irse, que se marche, pero con el compromiso de pensar en presente y morir por este este escudo hasta que haga lo propio la temporada. Ustedes mátense en el campo; nosotros, en la animación. Si algo quedó claro el sábado es que el Sevilla FC está por encima de las personas, amén de aquellos leones con alma de guardianes. Escudo, bandera y afición. Señores dirigentes: cuiden a su gente. Protéjanla de las injerencias si vuelven a la carga. Lo demás es accesorio. Estamos de vuelta. Y pobre del que quiera robarnos la ilusión.


Carlos Sánchez
twitter: @cmsanchezt

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