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lunes, 20 de marzo de 2017

Reconstruir o destruir

sevillafc.es

Hay dos formas de afrontar cualquier bache en la vida: relamiéndose las heridas y siendo protagonista de un victimismo inusitado o, por el contrario, levantándose. Sin más. El sevillismo es especialista en confundir muchas veces los términos autoexigencia y autodestrucción. Dos conceptos que pueden acabar estrechamente ligados si se malinterpretan. Somos hijos de un Sevilla FC fuerte. Saneado. Sólido. Asentado en Primera y que en la última década nos ha hecho más felices que a todos nuestros padres y abuelos juntos a lo largo y ancho de sus vidas. Miren si somos unos privilegiados, que, a día de hoy, discutimos acaloradamente por eliminaciones en Champions League y derrotas contra equipos que se han convertido en rivales directos, y que duplican, triplican o cuadruplican nuestro presupuesto. Equipos a los que hemos plantado batalla durante siete meses. Codo con codo. ¿Cabe mayor orgullo? Y todavía osamos hablar de fracasos.

Llega una mala racha y pasamos de un extremo a otro indiscriminadamente. Una mala racha y todo son despropósitos. Por todas las partes. Y los primeros, nosotros mismos. Nos encanta alejarnos de la autocrítica. Volcar toda nuestra frustración en la inestabilidad social que vive el club, en los árbitros, en la prensa... Cualquier excusa es válida para mirar a todas partes menos adonde realmente nos necesitan: en el terreno de juego. Este cuerpo técnico y estos jugadores nos han regalado, probablemente, el mejor de los obsequios durante muchos meses: kilos y kilos de ilusión. Nos han hecho creer que es posible. Ahora o algún día. Nos han hecho salir a la calle con el pecho fuera de la camisa o de la blusa. ¿Cuántos de ustedes no se abrazaron a un desconocido en el gol de Jovetic al Real Madrid? Y, ahora, a las primeras de cambio, queremos echar al cuerpo técnico y a los jugadores a los leones. Es muy fácil. Que esté con el equipo quien quiera. Cada uno está en su derecho. Pero quien esté, que esté a muerte. 

El equipo sufre un bloqueo mental. Es evidente. Pero, ¿se han parado a pensar cuál puede ser el motivo? Competir por encima de las objetivos reales puede desgastar sobremanera. Seguir la estela de los más poderosos con menos recursos puede resultar agotador. Y este equipo lo ha hecho. Hasta la extenuación. Hasta que se ha quedado sin fuerzas. Y aun así, miren la clasificación... ¡Terceros en el parón de marzo! ¿Saben dónde estábamos a estas alturas en temporadas anteriores? Tengamos perspectiva. El descanso vendrá como agua de mayo, tanto para el equipo como para nosotros. Quizá es el momento de recapacitar, todos, de una vez, y pensar que aquí, o le damos toda nuestra fuerza al equipo o será muy complicado alcanzar el objetivo marcado. Debemos reflexionar nosotros primero. El equipo solo necesita desconectar estas dos semanas para reencontrarse. Entender que es descabellado pitar a los nuestros porque hagan un mal pase o un mal partido después de todo el margen de error que se han ganado por méritos propios. Quedan diez finales. Diez. Ni más ni menos. En nuestras gargantas está el aliento que necesita el Sevilla FC y en nuestro pecho un corazón que se ha levantado de envestidas casi mortales a lo largo de nuestra centenaria historia. Hay dos opciones: reconstruir o destruir. Ustedes eligen. Yo, no escucho y sigo.

twitter: @cmsanchezt


 

 

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