miércoles, 8 de marzo de 2017

Una necesaria parada en la perspectiva

sevillafc.es

El Sevilla FC es tercero en el Campeonato Nacional de Liga, a cuatro puntos del líder. Aventaja en siete puntos al cuarto clasificado, y en ocho al quinto -puesto de Europa League-. Y, además, se encuentra a escasos días de disputar la vuelta de unos octavos de final de la Champions League, la máxima competición continental de clubes. Son datos objetivos. Números. Hechos suficientemente considerables como para ser valorados en su justa medida. ¿Cuántos de vosotros hubieseis firmado en agosto encontrarnos en esta situación a estas alturas de la temporada? Reflexionemos. Abramos los ojos. Recordemos de dónde venimos. Quiénes somos. Permitidme que os hable desde un punto de vista más alejado de la realidad diaria del Sevilla FC. Desde mi perspectiva. La que solo ofrece la distancia. Concretamente a 530 km de mi gran pasión. 

Todos, absolutamente todos los equipos que compiten al más alto nivel sufren en algún momento de la temporada un deterioro del estado físico de la plantilla por la acumulación de minutos, y, paralelamente en el tiempo -o no-, un bache de juego que, normalmente, suele ir ligado a la obtención de unos resultados negativos. ¿Ha ocurrido esto exactamente en el Sevilla FC? Desde mi punto de vista, rotundamente no. Aquí en Madrid también han saltado las alarmas en algún momento con Real Madrid, Atlético de Madrid y Leganés, por ejemplo. Es una cuestión puramente cíclica. Es evidente que el equipo se encuentra fatigado, probablemente por la carga de partidos, pero dramatizar es ciertamente osado. Quizá nuestra propia autoexigencia, la de una afición heterogénea como pocas, nos ha vendado los ojos ante una realidad que hasta hace diez años era impensable. Hay indicios de cansancio, sí, pero, ¿qué esperábamos si estamos compitiendo por encima de nuestros objetivos marcados a principios de temporada?

Quizá seamos reacios a mirar hacia atrás solo por el miedo a darnos de bruces con la cruel realidad. A comparar. En los últimos tres años, por ejemplo, con Unai Emery, el entrenador más laureado a nivel internacional de nuestra centenaria historia, hemos sufrido bajones similares. Lógico y normal. Mención aparte merecerían etapas anteriores relativamente recientes... ¿La diferencia? Que las dificultades llegaron cuando luchábamos codo con codo por puestos de Europa League o, como premio mayor, por conseguir alcanzar la cuarta plaza -sin éxito, por cierto-. Y ahora estamos en una posición tremendamente privilegiada. Seamos conscientes. Nadie en plenas facultades pensaba en incomodar al Barcelona y al Real Madrid a estas alturas. Y sí. Ahí estamos. Con nuestro barco al rebufo de poderosos trasatlánticos. Sufrimos en Las Palmas, contra el Eibar, en el Benito Villamarín y qué decir contra el Athletic. Pero ganamos. Ahí reside la diferencia. Años atrás teníamos que estar imperiosos para lograr a regañadientes cada victoria. 

Nadie es capaz de mantener el mismo ritmo permanentemente. Es muy complicado. Ni siquiera Real Madrid y Barcelona, aunque sus presupuestos enmascaren en ocasiones sus crisis de juego. Nosotros seguimos ahí. A escasos metros de la cima. A muy poca distancia de un sueño improbable, que no imposible. Distingamos ambos términos. Y con el objetivo real de disputar un año más la Champions League más cerca que nunca. El problema del cansancio físico es coyuntural, y hasta cierto punto era esperado. Empatar en Vitoria fue un frenazo a nuestra ilusión, pero nunca debería suponernos un trauma ni nada por el estilo. Tengamos los pies en el suelo. Disfrutemos de una temporada histórica e insuflemos el aire que necesita y requiere un equipo que, al menos a mí, me hace tocar el cielo con la yema de los dedos en cada lance en el que pone todo su corazón en el césped. Soñemos. Pero siempre con perspectiva, claro...

twitter: @cmsanchezt

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